Para Jesús Gallegos.
El mejor amigo que nunca tendré.
Nuestra historia se cuenta en explosiones.
Es el Big Bang creando partículas existenciales.
Se cuenta en estrellas que se apagan y se convierten hoyos negros.
Se escribe con el sudor de una noche de baile y techno.
Es el viaje en auto que siempre hemos deseado.
Es inhalar polvo de estrellas de tú mano. De mi vientre.
Nuestra historia es el final de un mal viaje con el inicio de un cuento de hadas. Lento. Como las libélulas. Como la felicidad pequeña y rosa.
Es el click del revolver que nunca vamos a disparar.
Es mi desesperación. Es tú angustia.
Es contar nuestros placeres en las espaldas de los amantes, más nunca en las nuestras.
Es despertar una mañana dentro del oceano de lagrimas que no sabemos de donde salió. Es caminar sobre el agua con el Oasis detrás persiguiendo nuestros sueños rotos.
Es cubrir cada herida con poemas que intentan sanar la saliva.
Son los aros de humo emanados de tú boca y depositados en la mia.
Es ser complice de mis más ocultos dolores y pensamientos.
Es el intercambio de Neruda por Sabines.
Es controlar mi paranoia a través de tus palabras que son golpes cibernéticos. Es Beth Gibbons seduciéndonos. Es Beth Gibbons dándonos latigazos. Son las guitarras y los sintetizadores. Son los acordes. Son los solos de Jimmy Page. Es saber lo que somos, lo que nos hizo. Es el pasado que nos unió. Es el desamor. Es el amor. Mutuo. Propio. Mío. Tuyo.
Son las aves.
Son las letras. Las letras.
Si alguna vez alguien me pregunta dónde te conocí, responderemos que fue en oraciones que no se han escrito. Fue en braille. Fue en el cielo. Fue en el universo paralelo. Ahí, donde solemos habitar.
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