... y todo se convirtió en un sueño.
En unas manos.
Que giraban a mi al rededor.
Que rodeaban tu cuello.
Que te presionaban a mi.
Unos segundos y la noche nos comenzó a unir.
Sonreí.
Me miraste.
El amanecer trajo consigo, los besos a escondidas.
Y cuando menos lo pensé, nos trasladamos a otro mundo,
dónde nadie nos vería, dónde de mi nadie sabe.
Perdí la decencia, y tu la consciencia.
Inundamos las paredes de agua salada.
Recorriste mis tatuajes como queriéndolos hacer.
Escribí recuerdos en tu pecho.
Destruimos el sentido, y lo rehicimos una y otra vez.
Hasta que ya no existió.
Hasta que ya no podías respirar.
Hasta soñar en el tiempo que teníamos encima y nos obligaba regresar a la realidad de la que habíamos huido.
Sin remordimientos.
Sin dolor.
Hedonismo puro.
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Ahora si te estoy mirando