El problema con dejarse llevar es que no me limito.
El problema con no limitarme es... bueno, lo es todo.
Y es que la inexistencia de un límite en mi vida, resulta excitante.
[Mientras yo siga controlando mis impulsos]
Pero, cuando no hay límite, referido a otra persona... Eso, es exactamente eso, lo que jode mi existencia.
¿Dónde se queda mi egoísmo?
¿Dónde perdí el vale madrismo a los demás?
¿En qué momento abandoné mi orgullo?
Las putas preguntas de siempre, con la misma pinche respuesta.
No sé como controlar ese impulso de satisfacer a alguien más.
Porque si quieren la luna, la luna la consigo.
Y si se te antoja el mar Mediterráneo, hasta allá te llevo.
O si necesitas 5 horas de mi sueño, traducido en vigilia a tu lado, ahí estaré.
Aunque al final del día, sé que no existo.
No estoy contemplada en ese mundo de posibilidades.
Sólo soy alguien, que se ha cruzado más en tu vida.
Como ser la nada.
Y podría gritarte las mil maneras, porque podría ser yo.
No escucharás.
Y yo me cansaré.
La batalla, una vez más.
Ha sido en vano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora si te estoy mirando