Y locura grande. No cualquiera, sino esa, que atemoriza.
Que se pierde en la obscuridad y duerme durante el día.
Locura, la que es necesaria tener para poder vivir.
Locura que se convierte el motor de la vida.
Riquísima locura.
Porque amar locamente es mejor.
Porque odiar locamente es pasional.
Porque callar locamente, celar locamente, llorar locamente, reír locamente, representa todo.
Porque si nunca has experimentado alguno de esos episodios ¿realmente has estado loco?
Loco de amor, loco de vida, loco por la música, loco por el cine, loco por fotografía, loco por viajar, loco por correr, loco por el café, loco por el teléfono, loco por las calles, loco en el parque, loco por el silencio, loco de nostalgia, locura de soledad...
Locura y soledad. Estar y serlo.
¿Ser solo y estar loco? ¿estar solo y ser loco?
Despiertas. Te das cuenta que siempre has sido loco, y que has estado solo.
Que los últimos 25 años estuviste loco. Imaginando y alucinando las personas que caminaron a tu lado. Los que te dieron la mano. Con los que fuiste a beber, e inclusive, con quien compartiste algún ácido.
No existen.
Ni siquiera esos besos que con locura dejaste en los labios de distintos personajes que, según tú, fueron tus amantes.
No.
La realidad ha llegado.
Las paredes blancas, y el suero que gota a gota, va entrando en tu torrente sanguíneo.
La pequeña ventana que tan sólo muestra la rama, de lo que, asumes, es un árbol.
Y la puerta, que muestra las sombras de quien no sabes quien.
Cerrar los ojos.
Tomar la única decisión "cuerda", que has tenido en tu existencia.
Enloquecer.
Enloquecer otra vez.
Porque aunque sea loco y extremo.
Completamente visceral y ambivalente.
Dañino y un tanto asqueroso.
Decadente.
Lo peor, pero a la vez lo perfecto y mejor.
Prefieres, prefieres tener esa vida llena de sube y bajas, con llanto incluido y carcajadas sonoras,
que una tan lineal y monótona.
Pero sabes que mañana, cuando vuelvas a despertar, será el último día.
Porque tu locura, mi locura, nuestra locura está buscando llegar a dónde nadie quiere, pero todos vamos.
Porque la locura, no tiene límites tangibles, y tú, al estar loco, tampoco los tienes.
Y así es como por fin llegaste, al misterio de ultratumba.
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