Lo que tenemos y lo que hemos perdido. Lo que anhelamos y con lo que nos conformamos.
Lo que se fue y lo que está cerca. Lo que nos alegra y lo que nos derriba.
Las sonrísas que se escapan y las lagrimas que viven.
No importa qué, no importa cómo.
Pero hay que sentirlo.
Con pasión y destrucción.
Desgarradora y adulteradamente.
Que nos embriague y nos nuble.
Prefiero sentirlo todo, aunque me quede sin nada.
A estar eternamente vacia.